viernes, febrero 20, 2009

TIEMPO DE SILENCIO

"Me gustas cuando callas porque estás como ausente./Distante y dolorosa como si hubieras muerto./Una palabra entonces, una sonrisa bastan./Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto."
Tanto tiempo de silencio... sin querer callar y callado, con la boca cosida o las manos atadas por nada en especial, más que por las circunstancias de la vida y la impenitente esclavitud que marcan las agujas, un tic tac pesado al que no escapa nadie que esté vivo.
Pero llega el tiempo de las flores, es la hora de romper el silencio, porque ya he recuperado la voz que nunca llegué a perder y quiero gritar.
Quiero decir que sigo amando, que os quiero, a todos y, cuando digo a todos, digo a todos los que leyendo esto pudiéseis llegar a daros mínimamente por aludidos, sin excepciones de ningún tipo, amigos, enemigos, viejos desconocidos...
Quiero gritar que sigo amándote a ti en especial, a pesar del tiempo, de la distancia, de la vida que nos lleva caprichosa por distintos vericuetos y que nos deja a merced del viento de la oportunidad, que cada tiempo inexacto cambia de dirección para hacer que las ideas cobren forma y que las formas cobren sentido. Quiero decirte que desde que no eres mío te siento más mío que nunca y que desde que no soy tuyo, siento que te pertenezco de una forma especial, de la manera mágica en la que sólo podemos tenernos tú a mí y yo a ti: cuando los dos logramos la posesión sin pertenencia, cuando ser de alguien es más cuestión de voluntad que de tenencias.
Y quiero escribir con letras tristes llenas de sonrisas y con versos alegres plagados de lágrimas. Quiero expresar, parir con la ilusión de una primeriza, con el sosiego del quinto parto, quiero sentirme virgen y poner letras en orden, caos en las palabras, luz en las frases y oscuridad en los párrafos, sin dejar de sentir que estoy creando, en explosión suprema, de corrido, sin parar en las comas, apenas respirando en los puntos, llegando al éxtasis en el final del texto, como un dios del génesis al séptimo día.
Quiero disfrutar de cada golpe en el teclado, de cada letra que me bebo en un página, de cada día que miro al horizonte y te recuerdo y de cada momento que comparto con cualquiera, aunque sea por el mero hecho de darnos compañía, de cada palabra a viva voz o a timbre metálico de teléfono.
Quiero compartir cada sueño, cada estrofa, cada momento del alma, cada rincón del cerebro, arrastrando las pasiones que me han inculcado los poetas que he devorado, como Cronos hizo antaño, vomitando los versos que ellos mismos me reclaman. Quiero ser feliz como sólo lo soy en este momento en el que las ideas me fluyen a las yemas de los dedos y salpican de negro un fondo blanco impoluto. Como aquellas veces en las que yacíamos juntos, sin más aspiración que seguir yaciendo. Quiero que el universo siga siendo infinito y yo una simple mota de polvo eterno que grita.