miércoles, febrero 16, 2011

OT 2011 O DE CÓMO UNA MINORÍA DE DOS MILLONES PUEDE SER DESCARTADA DE LA PARRILLA

"San Lorenzo en la parrilla/les decía a los judíos/echad más leña, cabrones,/que tengo los huevos fríos."

Todos los que me seguís habitualmente sabéis de sobra que yo no soy muy de rasgarme las vestiduras... bueno, mentira, sabéis que me apunto al turno de oficio de las causas perdidas en cuanto puedo.

Pero si me las he rasgado en mayor o menor grado en ciertas situaciones, lo de hoy va a quedar pequeña a una boda gitana. Vamos a ver, para empezar me reafirmo de lo que dije un par de post atrás a boca abierta y en mayúsculas: TENEMOS LO QUE NOS MERECEMOS, LA TELE QUE NOS MERECEMOS, LA MIERDA DE TELE QUE NOS MERECEMOS.

Eso sí, Telecinco se ocupa de dárnosla calentita y triturada, para que nos la traguemos sin tener, siquiera, que masticar. El menú es poco variado: vísceras, gran hermano y cuarto y mitad de la esteban, que es como el perejil para Arguiñano, tienen que haber un poquito en cada plato y en el lugar que más se vea.

Os advierto antes de seguir que creo que voy a usar lenguaje soez, porque el blog es mío y me lo follo cuando quiero y hoy estoy en pleno celo por mala leche. En fin, que Telecinco decide cargarse de un plumazo Operación Triunfo, con nocturnidad y alevosía, sin dar ningún tipo de explicación. Obvio, todos la sabemos: audiencia. ¿Malos datos de audiencia? Para nada, discretos sí, malos no. Mucha programación se mantiene en parrilla con los mismos porcentajes.

Pero Telecinco está por encima de estas cosa, hombre, o qué pensáis. Telecinco condena a las tinieblas al programa que ha supuesto la dignificación de la telerrealidad, mientras nutre toda su programación con Gran Hermano, que es justo el ejemplo más grande de basura nutritiva, que sirve para llenar horas y horas de programación. Y es como el caballo de Atila, arrasa con todo.

Hace mucho que no veo tele antes de las diez de la noche, pero sé perfectamente que la programación de Telecinco se resume en programas chonis, programas de vísceras y telerrealidad en turno de mañana, tarde y noche respectivamente. Ya ni siquiera se molestan en producir o comprar grandes series, como las que antaño le reportaron tan buenas críticas.

Lo de las vísceras es algo patético hasta el punto de que han llegado a hacer programas sobre ellos mismo, los propios colaboradores son a su vez entrevistadores y entrevistados, dan noticias, gestionan información y al mismo tiempo la generan... juez y parte, por no decir otra cosa.

Pero centrémonos en la telerrealidad. Yo no estoy en contra de esto por definición. Es más, en tiempos fui un defensor de Gran Hermano, en su primera edición, cuando todo era cándido. Luego se resabiaron y el programa degeneró en estrategias, papeles, traiciones... pasó de ser un programa blanco, amarfilado si se prefiere, a algo amarillo amarillísimo; de la inocencia y el positivismo pasó al escaparatismo, la carnaza y la búsqueda del morbo por el morbo. Hasta tal punto que lo único que querían los concursantes es un maletín repleto de euros y usar el programa como plataforma para hacerse sus televisiones de colaboradores, en el mejor de los casos, o vendiendo sus miserias, querella y desdichas, en el peor.

Operación Triunfo iba camino de sufrir la misma suerte desde su desembarco en Telecinco, de no ser por una razón poderosa: la propia esencia del concurso, que no llegó a perderse gracias a gente que la mimó edición tras edición, por más chats espectáculo o Ristos Mejides y artificios como la sempiterna lucha jurado contra claustro que a punto estuvo de repetirse en esta última (confiemos que sólo de momento) edición.

Telecinco se carga todo lo que cae en sus manos, pero con OT no lo consiguió y el precio que tiene que pagar ahora es su condena al ostracismo televisivo. Mucho se ha hablado de esta edición con el regreso de Nina a la dirección de la academia y el cambio de presentador para las galas. De Nina no se puede decir nada malo, es lo mejor que le ha pasado a Operación Triunfo, de hecho ella es la esencia, la que creó y fomentó en aquella primera edición toda la filosofía del programa que ahora se volvía a recuperar. Pilar Rubio podrá ser muchas cosas, no creo que que sea ni la mejor, ni la peor, pero seguramente en un par de galas más tendría un rodaje y una soltura más que suficientes. Eso sí, lo del cachondeo de la dirección de cambiar normas sobre la marcha, eso no tiene disculpa, por más que se la busques, ya que no es ético y crea en el espectador una sensación de manipulación muy fuerte.

En fin, quédese la cadena con su Gran Hermano, ejemplo de un atajo de vagos superficiales cuya única aspiración es vivir del cuento, huyendo del esfuerzo y de toda mínima dificultad. Quítese del medio, sin embargo, Operación Triunfo, un modelo de valores, que fomenta la ilusión, el esfuerzo, el saber hacer y la formación para conseguir un fin y desarrollar un talento. Si la audiencia, así lo quiere, así sea, que ya decía Lope de Vega en el Arte Nuevo de Hacer Comedia: "porque, como las paga el vulgo, es justo/hablar en necio para darle gusto". Pero luego no nos quejemos de la telebasura porque, vuelvo a repetir TENEMOS LO QUE DEMANDAMOS, TENEMOS LO QUE MERECEMOS. Y no sólo eso, sino que este patetismo televisivo es un reflejo de la realidad social y, a su vez, un modelo para educar a las nuevas generaciones... pero tanto de lo mismo, si así lo queremos, así lo tendremos.

Mientras tanto, Telecinco deja otro muerto en la cuneta. Primero fue CNN+, no resultaba rentable. La solución, un canal GH 24 Horas. Ahora es Operación Triunfo, que no se merece un final así, no ya por lo que pueda aportar, sino siquiera por los momento de esplendor, las noches antológicas, las grandes audiencias que le ha dado a la casa y, aún más, el respeto a un formato limpio que ellos mismo terminaron por joder. Confiemos en que, pasado un tiempo prudencial, alguna cadena quiera retomar el proyecto y todo esto en lugar de una muerte súbita se quede en un coma profundo.

martes, febrero 01, 2011

TT: Trending Topic/Totum revoluTum

"Para sembrarte de guitarra/para cuidarte en cada flor,/y odiar a los que te castigan, mi amor,/yo quiero vivir en vos."

Soy el hombre del mes. No es que me arrogue ningún tipo de distinción, me otorgo el título porque este viene siendo, día arriba, día abajo, el monto de mis ausencias.

En fin, de lo que me apetece hablar es de dos cosas un tanto distintas pero en el fondo un poco ligadas entre sí. La primera es que he descubierto Twitter. Si me queréis seguir
este es mi enlace. Y después del momento de autopromoción, comienzo a contar las maravillas del invento. No os voy a decir que me ha cambiado la vida, pero sí que me ha descubierto todo un mundo nuevo de sensaciones, un soplo de aire fresco en ciertas actividades cotidianas, como ver la gala cero de Operación Triunfo. Y es que, a pesar de que toda esta perorata suene a anuncio de compresas, tengo claro que hay un antes y un después de twitter en muchos campos de la comunicación y la interacción humanas.

Twitter es ese pajarillo travieso de muchas caras capaz de mofarse hasta la saciedad de perlas de intelectuales nocilleros o de organizar revoluciones en pro de la democracia. Twitter iguala mortales, acerca famosos a ciudadanos de a pie y viceversa. Twitter es la red social llevada al extremo minimalista, es el sms lanzado al infinito universo. En Twitter uno se radiografía, quiera o no. puede ser replicado, quiera o no, y hasta incluso puede resultar indiferente, quiera o no.

Hoy, si quieres ser alguien no debes buscar salir en la tele, en los periódicos o en las portadas de las revistas del corazón; has de poner todos tus esfuerzos para conseguir, de una forma u otra, ser Trending Topic. La doble te mayúscula es el equivalente al Óscar en lo cinematográfico, la estrella Michelín en lo culinario, el Pulitzer en lo periodístico, el Planeta en lo literario e incluso a los Nobel en sus distintos campos... pero cuidado, de igual manera, no hay forma más segura de que te cuelguen un sambenito que un tweet poco afortunado o a destiempo.

En fin, no sé qué opinaréis vosotros del medio, me gustarías que compartierais vuestras opiniones conmigo si sois usuarios, me gustaría que si no lo conocéis tengáis la oportunidad de hacerlo. El tema de de twitter me permite sacar a colación el otro tema del que quiero hablaros: las revoluciones.

Una de las grandes funciones de este medio ha sido precisamente no sé si propiciar, no sé si movilizar, no sé si ayudar a organizar; pero sí, desde luego, permitirnos estar informados más o menos en tiempo real y de primera mano, sin pasar por los cauces/censuras oficiales, sobre todas estas revoluciones que están teniendo lugar en el ámbito norteafricano.

Túnez fue el principio y Egipto siguió a continuación, como si de un efecto en cadena se tratase. Y los pueblos aledaños, como quiera que ya han sido dos los vecinos cuyas barbas han visto cortar, andan poniendo las suyas a remojar con un quítame allá ese gobierno en Jordania...

Y el mundo twitter se divide en dos bandos mayoritarios, los que viven la revolución desde dentro y la narran en primera persona y los que la apoyan desde fuera y, generalmente, desde nuestra peculiar manera occidental de ver las cosas. Luego hay gente a la que ni le va ni les viene el tema, obviamente, pero el peso de las dos T impone mucho y quien más y quien menos no puede evitar echar un vistazo a lo que se destaca en la parte derecha de su monitor.

Lo que me llama mucho la atención, sin embargo, es la tremenda alegría de Occidente ante las revueltas, esto parece la fiesta de la democracia en lugar de unas revueltas que nadie sabe muy bien cómo terminarán y, sobre todo, por muy bien que terminen, uno no sabe cómo resultará esto dentro de dos, cuatro, seis, ocho años...

Creo que mi tweet de ayer lo resume bastante bien. lo copio y pego: "Túnez, Egipto... Si algo hemos aprendido de las dictaduras Latinoamericanas es que los revolucionarios de hoy son los dictadores de mañana."

En fin, ¿quién nos garantiza que Egipto, desde su libertad, eso sí, caiga en manos de algún tipo de régimen islamista fanático en más o menos grado? (Quien dice Egipto, dice Túnez, Jordania, Arabia Saudita y lo que pueda venir, claro está) Y sobre todo, ¿quién garantiza que la revolución no traiga un régimen a lo cubano o a lo venezolano con un Castro o un Chávez que a la larga pase de revolucionario a dictador?

En verdad, si algo nos ha enseñado la historia de la hermana América, de Nuestra América, es que se puede pasar, revolución mediante, de dictaduras militares a dictaduras populistas, quizá menos crueles, quizá menos violentas... pero tan carentes de libertad y derechos fundamentales como las primeras. Y esto no es democracia, ni es libertad, ni se le parece remotamente.

P. D.: María Elena Walsh (*Ramos Mejía, 01/02/1930, + Buenos Aires 10/01/2011) D. E. P.