jueves, marzo 05, 2009

DE UN NUEVO CAFÉ CON DIOS O DE CÓMO LA VIDA PASA Y PASA...

"El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor" (1ª Juan, 4, VIII)
Metido de pleno en la operación "recupar la vida social" después de los exámenes, quedo con Dios para tomar café en la puerta de un local bastante peculiar, con una iluminación muy tenue y una decoración de corte minimalista en la que predomina el blanco como fondo, con juegos de rojo, negro y transparente por doquier. La verdad es que era el tercero o cuarto en mi lista de pendientes abandonados por la vorágine febreresca y, ante la posibilidad de que se me presente de improviso, como la última vez, me he decidido a llamarle para ver cómo le va la vida... aunque bueno, en realidad siempre terminamos hablando de mí, pero es lo que tiene quedar con Dios, su vida es la típica de Dios, no hay demasiado que decir.
Como sé de antemano que va a llegar tarde, voy con diez minutos de retraso para no tener que esperar solo, mientras fumo compulsivamente, único hábito que me puede hacer aflorar un mínimo de paciencia. Pero me quedo sorprendido cuando miro a través de la cristalera y veo a Dios sentado en una mesa, poniéndole ojitos al camarero que está sirviendo los dos capuchinos de rigor.
Me ve y deja el juego para hacerme señas, con lo que el portentoso moreno que sujeta la bandeja da media vuelta, dejando que me recree en su sugerente anatomía, bien formada por la parte de popa.
Mientras me acerco a Él, se levanta para saludarme y observo cómo su ajustada camisa en tonos azules, va perdiendo ángulo en su apertura a medida que gana en verticalidad, pero siempre dejando bastante a la vista sus marcado pectorales. Como de costumbre, me saluda besando mis labios de manera casi húmeda, mientras coloca sus brazos alrededor de mi cintura unos centímetros por debajo de lo canónicamente decente, de modo que me animo a dar una palmada amistosa en grado más que sospechoso en el bolsillo trasero de su vaquero negro desgastado.
- Joder, Rai, estás hoy sueltito de manos.
- Dijo la sartén al cazo...
- No tentarás al Señor tu Dios.
- Déjate de frases bíblicas... A Dios rogando y con el mazo dando.
- Y tú de refranes, que pareces una vieja pueblerina.
Nos sentamos entre risas y comenzamos a tomarnos el café.
- Te veo de muy buen humor, Raiko querido...
- ¿Qué insinúas? No soy tan cascarrabias como aparento, eso es una pose y nadie mejor que tú lo sabe.
- Ya, pero la verdad es que me sorprendió tu llamada, pensé que tendría que abordarte en algún lugar extraño, como la última vez, si quería volver a verte. Y cuando vi tu llamada, pensé que estarías en plan llorón como llevas los últimos... ¿meses?... ¿años?...
- No me vas a cabrear, hoy no te va a ser fácil encontrarme las cosquillas.
- ¿No me estarás retando?
Parece que el camarero descarado no ceja en el empeño de ligarse a Dios y vuelve con la excusa de cambiarnos el cenicero luciendo una sonrisa tan blanca como artificial sin quitar la vista de Él, que lejos de esquivarlo, le pone ojitos sin darle tregua.
Como no me gusta ser el que sobra, planto la mano en el muslo de Dios, asegurándome bien de que el mozo ve mi jugada, le giro la cara hasta que se queda mirando hacia mí y quito el cigarro de su boca para darle un par de caladas sin dejarle de clavar las mías en sus pupilas. A estas alturas el camarero ha escapado sin hacer demasiado ruido.
- Celosa...
- Puta...
Y entre risas me regala sus labios que yo recojo como si de respirar se tratase.
- Bueno, cuéntame, ¿cómo van las cosas por ahí arriba?
- ¿Sinceramente? Sabes que ni puedo ni quiero contestarte, me interesan más los asuntos mundanos, ¿cómo vas tú?
- ¿Yo? Bien, gracias, no me puedo quejar.
- No te las prometas tan felices, terminarás haciéndolo.
- ¿Te he dicho ya que no me vas a encontrar hoy las cosquillas?
- Bueno, anda, superhombre, desembucha.
- Pues mira, ya sabes, parece que encontrando el equilibrio, si lo quieres llamar así, como siempre, mucho curro, mucho estudio y una historia al otro lado del charco que no sé muy bien cómo ni cuando acabará.
- Anda, tonto, cuando tú quieras...
- O cuando quiera él.
- Permiteme dudarlo, tú eres el que está en peor situación, él, por así decirlo, está en una mucho más cómoda.
- ¿Tú crees?
- Sí, hijo, sí, ¿o no conoces la cita de la intelectual?
- ¿De qué me hablas?
- "Cuando alguien se va, quien se queda sufre más".
- Joder, intelectual y me citas a Shakira...
- ¿Qué pasa, chaval? Aunque sigan quedando frikis como tú ella ha tenido bastante más difusión entre tu generación que todos los románticos juntos...
- Dios, eres un caso.
El camarero insiste en ligarse a mi acompañante y busca cualquier excusa para acercarse a nosotros, esta vez es más descarado y le pide un cigarrillo. Pero yo, sin dejarle ni reaccionar, le lanzo el paquete y, acto seguido beso a Dios tan húmeda, brutal y drásticamente que el mozo no tiene más que desistir en su empeño y volverse hacia la barra sin ánimo de acercarse si no es más que imprescindible.
- Déjame respirar, Rai...
- Es que me tiene harto, aquí en plan buitre y tú siguiéndole el juego...
- Pero qué tonto eres, ya sabes que yo ladro, pero no muerdo. Además, que son esos arrebatos de posesión, tú no tenías un no sé qué no sé dónde...
- Idiota, ¿qué tiene que ver? Lo único que pasa es que me está poniendo enfermo con tanto pavoneo y tanta interrupción.
- Sigues siendo tan posesivo...
- Anda, que tengo que oír eso, yo... precisamente yo, que le dejé marcharse de mi lado a miles de kilómetros, que no le he insistido para que vuelva ni una sola vez en casi un año, que le digo que se tome su tiempo y haga las cosas bien y a su ritmo así le lleve media vida... ¿tú eres el Justo?
- ¿Yo? Yo soy el camino, LA VERDAD y la vida...
- Eso de la verdad me ha sonado ligeramente subidito de tono.
- Tú sabrás, porque tú eres quien se ha picado.
- Dios, mira, no voy a discutir contigo, ¿sabes? Tengo muy claro lo que hay, sé que no tengo nada. Y lo tengo todo, porque es lo que quiero, porque quiero tenerlo, porque hemos pasado mucho y sabemos que seguimos estando el uno para el otro como nadie va a estar para cada uno jamás. Y porque lo quiero, coño, parece mentira.
- Rai, lo sé, pero...
- ¿Pero qué?
- Pero que es difícil, no creo que te lo tenga que decir.
- Lo sé, pero me da igual, pienso estar, pienso seguir como hasta ahora, haciendo lo posible, lo imposible y más que eso. Me da igual lo que digan, lo que piensen, lo que crean. Es mi locura, mi delirio, tengo derecho a equivocarme y perdería tan poco en comparación con lo que ganaré, si llega el caso...
-¿Qué ganarás?
- A él. A mí. A nosotros, que es la suma más perfecta que se me ocurre que pueda existir.
- Te veo tan decidido, que creo que no tengo nada más que decirte.
- Me ves enamorado, ni más ni menos.
- Exacto, para qué decirte más... o te cito otro clásico.
- Joder, conociéndote igual me citas a la Duquesa de Alba o a la propia Madonna.
- No, este es más de tu gusto, intuyo. "Esto es amor, quien lo probó lo sabe".
Y sin mucho más que decir, por lo que se ve, abandonamos el local agarrados de la cintura sin más pretensión que despedirnos por el tiempo que quede hasta nuestro próximo café.

2 comentarios:

BETTINA dijo...

"Esto es amor, quien lo probó lo sabe".
Me quedo con eso. Y que digan después que no lo has intentado. No te arrepientas de lo que no has hecho, decía mi padre.
(Ah, y otra cosa, niño! A ti te excomulgan!!! Bueno, y a mi por cómplice. Esta noche no podré dormir, coño)

RAIKO dijo...

Bettina, cariño, aveces uno necesita autoconvencerse... ¿Excomulgarme a mí? Si es Él que me provoca... Besotes.