martes, junio 02, 2009

TORMENTA DE VERANO

"Lo que siento por ti es tan difícil./No es de rosas abriéndose en el aire,/es de rosas abriéndose en el agua./Lo que siento por ti. Esto que rueda/o se quiebra con tantos gestos tuyos/o que con tus palabras despedazas/y que luego incorporas en un gesto/y me invade en las horas amarillas/y me deja una dulce sed doblada./Lo que siento por ti, tan doloroso/como pobre luz de las estrellas/que llega dolorida y fatigada./Lo que siento por ti, y que sin embargo/anda tanto que a veces no te llega."


El reflejo del relámpago en el espejo, lejos de inquietarme, me calma, me prepara aquí, en mi cama, para que el trueno estrepitoso no me sorprenda.

No me sorprendo... hoy me he vuelto a enamorar, de ti, de nuevo. ¡Tan fácil y complicado esto de querernos a días sueltos! Esto de amarse de manera irracional en días de tormenta, de echarse de menos cualquier tarde tonta de nubes y claros. Y seguir viviendo sin perder el compás de los días de sol y las noches de calma, de trópico y duda.

Este ser ilógico de calor y nubes negras, de bochorno asfixiante que se invierte en ternura si te imagino en blanco, bailando con la lluvia, brincando con el rayo, moviendo las caderas al son del trueno incierto, con ese aire latino, de tropical tormenta, que me hizo imposible enseñarte el pasodoble.

Ese vals incesante de tiempos ya pasados que bailamos girando en las nieves de un invierno tan cálido al giro, tan súbito a vientos, tan copo a copo frío de vueltas tres por tres, en pisadas mullidas en negro sobre blanco.

Un ardor incesante de una noche cualquiera con la luna muy roja en el escaparate y de fondo una música: medios tiempos de adioses.

Y, al fin, volveré a verte, pronto, sin que paren los bailes, con una suave brisa de un tórrido verano, sin que cesen las notas, danzas nuevas y antiguas, que rompan el silencio de la calma que llega después de la tormenta.

NOTAS DE UN FIN DE SEMANA

"Cuando compre un espejo para el baño/voy a verme la cara/voy a verme/pues qué otra manera hay decíme/qué otra manera de saber quién soy./Cada vez que desprenda la cabeza/del fárrago de libros y de hojas/y que la lleve hueca atiborrada/y la deje en reposo allí un momento/la miraré a los ojos con un poco/de ansiedad de curiosidad de miedo/o sólo con cansancio con hastío/con la vieja amistad correspondiente/o atenta y seriamente mirarme/como esa extraña vez/-mis once años-/y me diré mirá ahí estás/seguro/pensaré no me gusta o pensaré/que esa cara fue la única posible/y me diré esa soy yo ésa es Idea/y le sonreiré dándome ánimos."
Lo malo de ser un dominador nato es que, a veces, de manera natural, las situaciones te superan y te vuelves loco intentando controlarlas. Aunque me jacto de una labia proverbial, reconozco que, en ciertos temas, me quedo sin palabras demasiado pronto...
Últimamente todo es confuso, no me preocupa en exceso, no me agobia para nada, pero siento que todo a mi alrededor se va enrareciendo por momentos sin que yo pueda ni quiera hacer nada al respecto. La gente que está a mi alrededor chilla estrepitosamente para borrar de mi cabeza cierta suave cadencia que, a base de repetirse, se me está volviendo monótona de por sí.
La verdad es relativa hasta sus últimas consecuencias. Nadie está en posesión de ella y nadie conoce la absoluta. Los misterios de la vida, como verdades totales o parciales, pueden ser tan complicados por arcanos como sencillos si es que nos empeñamos en racionalizarlos.
A veces, una palabra a destiempo vale más que un discurso pertinente. A veces, una palabra a destiempo vale lo mismo que un silencio inocuo. A veces, simplemente una palabra, puede valer lo mismo que el cero más absoluto.
Las ideas suelen ser juicios a priori. Los consejos suelen ser mentiras a medias. Las vivencias pasadas sólo son verdades alteradas. El presente es un conjunto enmarañado de ideas, consejos y vivencias.
No soy reflejo de nadie y me molesta ser espejo de cualquiera. No soy un cliché, un tabú, un romántico, un idealista, un racionalista, un inteligente, un ejemplo, un osado, un perfecto... pero tengo algo de todo eso.
Muchas veces puedes sentirte muy solo rodeado de gente, por más grata que sea la compañía, por más perfecto que sea el lugar, por más relajado que sea el momento. Muchas veces puedes sentirte nada solo en la soledad más absoluta. Porque la soledad y la compañía no pocas veces son más cuestión de añoranza que de otra cosa.
Como se puede llorar de alegría, también se puede reír de tristeza.
A ciertas horas del día, aprecio más lo que tengo de sabio que lo que tengo de loco. A ciertas horas de la noche, aprecio más lo que tengo de loco que lo que tengo de sabio. Al amanecer y al anochecer, el sabio y el loco se reúnen, se reconcilian, se besan y se dejan paso el uno al otro.
Las promesas sólo tienen la validez que tardas en hacerlas, lo que duren de ahí en adelante es un acto de fe y de voluntad más que otra cosa. Por encima del deber sagrado de cumplir una promesa, siempre prevalece el derecho supremo de rectificar.
Acostumbro a hacer planes para saltármelos. Acostumbro a no hacerlos para cumplirlos.
Cuánto puede dar de sí un fin de semana...