martes, mayo 05, 2009

APUNTES CORDOBESES

"¡Oh excelso muro, oh torres coronadas/De honor, de majestad, de gallardía!/¡Oh gran río, gran rey de Andalucía,/De arenas nobles, ya que no doradas!/¡Oh fértil llano, oh sierras levantadas,/Que privilegia el cielo y dora el día!/¡Oh siempre glorïosa patria mía,/Tanto por plumas cuanto por espadas!/Si entre aquellas rüinas y despojos/Que enriquece Genil y Dauro baña/Tu memoria no fue alimento mío,/Nunca merezcan mis ausentes ojos/Ver tu muro, tus torres y tu río,/Tu llano y sierra, ¡oh patria, oh flor de España!"
Termino mi puente cordobés con la panorámica de la ciudad contemplada desde el Cerro Muriano, tratando de que quede bien grabada en mi memoria y, mientras le doy la espalda, se me vienen a la cabeza los versos lorquianos "Córdoba, lejana y sola, [...] aunque sepa los caminos, yo nunca llegaré a Córdoba".
Y ahí se queda, mientras me alejo, desde la altura, la llamada no en vano, Córdoba la llana. Aunque la excusa para la visita a Córdoba no ha sido otra que la boda de una amiga, no pudo elegir mejor que el puente de Mayo, cuando la ciudad entera se echa a la calle y se viste de flores y risas para celebrar sus cruces.
Lo cierto es que tenía una deuda antigua con el lugar, ya que desde hace años estoy muy relacionado con ella por motivos laborales. Y, aunque las idas y venidas allí de gente cercana a mí son constantes, no conocía Córdoba. Hasta hoy. Y lo mejor es que me queda tanto por ver...
Regresaré, seguro, porque no he podido ver la Mezquita Catedral, apenas unos cuantos monumentos tuve la oportunidad de recorrer, pero tengo pendiente la visita a la Córdoba andalusí. Porque este puente no podía dejar de lado la vivencia extrema, la Córdoba de calle, de cruces y flores, de rebujito y sevillanas, de cantes dispares y guasas festivas. La Córdoba de Mayo, que entre cruces, patios, rejas, balcones y ferias, deja verse así, sencilla, a modo de pueblo, para disfrute de propios y extraños.
He podido patear calles, pisar adoquines, rozar cemento, que es, a mi forma de ver, hacer turismo de la maneras más íntima. Y en estos ires y venires de cruz a cruz he podido, a pesar de todo, contemplar lugares y obras emblemáticos, como el Cristo de los faroles, la plaza del potro, en todo su explendor colmada con sus cruces... e incluso alguna que otra de las Iglesias Fernandinas: La Magdalena o San Pedro.
Y, de cualquier manera, ahí seguirá Córdoba, la mora, la cristiana, la popular, la llana, la floreada y mística, esperándome, en cualquier momento. Porque la belleza de Córdoba radica no en su uniformidad, no en sus espacios, no en su estructura. Córdoba es una ciudad de rincones, de parajes mágicos que esperan a quien quiera pisar, relatando una historia oficial, una más legendaria: Córdoba sultana, romana, judía y niña mimada del rey santo cristiano.
Una Córdoba en la que el tiempo se estanca en los muros y evoluciona en sus gentes. Es curioso, como el gen de la españa musulmana se deja entrever en la belleza de la mujer cordobesa, no recuerdo haber visto tanta morena de ojos claros junta en ningún otro sitio. Los chicos, qué voy a decir yo... no están mal, pero por una vez y sin que sirva de precedente me ha llamado la atención la belleza proverbial de la mujer cordobesa.
He de volver a Córdoba, lo tengo prometido, no sé cuando, sé con quién, porque en conversaciones furtivas a altas horas de la madrugada, prometí enseñar cada rincón de la mítica Córdoba, sin poner fechas fijas ni aun aproximadas.

11 comentarios:

Le Mosquito dijo...

Anda. Otra entrada para desayunar.
En serio: me acordé de ti, ahora, y pasé a mirar.
No me gusta hacer comentarios (si caben) sin antes leer despacito, despacito...

Un abrazo.

BETTINA dijo...

También la tengo pendiente, bueno en realidad tengo a Andalucía toda pendiente, y tu tierra también. De este año no pasa.
Ejem, (me aclaro la garganta). Niño, tu no estás bien... Mirando mujeres, válgame dios... Y claro que servirá de precedente! No ves que con esas pintas tuyas enamorarías a cualquiera de ojos verdes, o marrones, da igual. andate con cuidadito, no sea cosa que me cambies de acera (Y esto necesita otro mail que ya te escribiré...) No te enfades, guapo que es solo broma, ya me conoces a estas alturas.

RAIKO dijo...

De cualquier manera, Don Mosquito, siempre es un placer que pase usted por estos pagos... Un abrazo.
Ay, Bettina, hija, milagritos en El Vaticano, que yo ya no estoy para cruzar calles ni cambiar aceras, era una simple observación... ya sabes, a mí las mujeres bonitas me encantan para mirarlas, pero nada más jeje. En cuanto a Andalucía, te recomiendo una visita, tiene mucho que ver, muchas ciudades preciosas... y mi tierra, qué te voy a decir yo. Otra de las maravillas del viaje a Córdoba fue cruzar Extremadura de Norte a Sur, una ruta donde se aprecia perfectamente la transición del castellanismo intenso del norte al andalucismo incipiente del sur... Un abrazo.

Le Mosquito dijo...

"Córdoba es una ciudad de rincones"

Pensaba en ello antes de llegar a esta frase, y pensaba, también, en cuántas ciudades y pueblos hay arrinconados en España, esperando ser decubiertos por casualidad.
En el caso de las ciudades, -esas ciudades medianas a las que se define como "de provincias" con cierta condescendencia- algunas son tildadas de feas o de bonitas, sin más matices. Somos de poco matizar, y en ello se nos va el color.
Me viene a la memoria, por ejemplo, Gijón. Una ciudad que muchas personas me recomendaron no visitar, y por compararla con Vetusta, o algún otro precioso pueblo asturiano. Visité entonces Asturies, pero ignoré Gijón.
Años después, una gira teatral me llevó cinco días hasta allí, y pude perderme en rincones bellísimos, luminosos, sombríos, sosegados y nerviosos; todos vivos.

En resumen (que doy a la tecla y no paro): O nos dejamos de prejuicios o moriremos tuertos.

RAIKO dijo...

Estoy muy de acuerdo con usted, mi buen Mosquito, yo tengo amigos muy viajados, que de tanto viajar o de tan viajeros, no matizan, se dedican a recomendar o no ciertos lugares... yo trato de ir sin prejuicios a ningún sitio y, puede creerme, aún no he encontrado ningún pueblo o ciudad, por más pequeño o remoto que sea, que no tenga al menos un rincón que merezca la pena visitar, respirar, vivir, toca... un besote.

Vade Retro dijo...

No conozco Córdoba, he estado de paso, mi destino aquella vez era Málaga. Pero como hace algunos años había conocido a una de esas espectaculares mujeres que describes, tenía ganas de ver aquello que ella me describía...otra vez será.

BETTINA dijo...

Esa es la gran diferencia entre ser "turista" y ser "viajero". Yo desde luego me quedo con lo segundo. El turista llega al sitio con prejuicios, con preconceptos, sabe dónde tiene que ir. Y usualmente se pierde el alma de esos rincones tan especiales que son, en definitiva, la esencia del viaje.

RAIKO dijo...

Pues Vade, si tienes la oportunidad de ir en Mayo mejor aún, que las niñas guapas se echan a la calle y es una gozada ver Córdoba llena de gente, de bellezas morenas de ojos claros. Un besote, mi musa mimosa.

Pues sí Bettina, tienes toda la razón y yo como ya estoy muy mayor y muy vivido para dejarme guiar por los prejuicios, pues como que ciertos tópicos preconcebidos sobre ciertos lugares y gentes, como que me tocan bastante la moral, ya sabes. Un besote.

Le Mosquito dijo...

"...puede creerme, aún no he encontrado ningún pueblo o ciudad, por más pequeño o remoto que sea, que no tenga al menos un rincón que merezca la pena visitar..."

Lo creo, le creo y lo suscribo.

RAIKO dijo...

Y además, querido Mosquito, tengo una frase que encierra una gran verdad: El racismo es una enfermedad que se cura viajando, conociendo lugares y gentes.

mia dijo...

Ya volverás... eso está claro, pero has hecho muy bien de no perderte esas Increíbles Cruces de Mayo :)