jueves, septiembre 18, 2008

DE LUCIDEZ Y MOMENTOS O DE CONJETURAS SOBRE NUESTRA HISTORIA

"Hombre, de qué nos sirven las noches/si hemos abandonado el amor/solo a su propia suerte/mudo y arrinconado como una anciana guitarra/que dejó de cantar.//Para qué sirve la brisa, este amarillo que encendimos/los barquitos de papel sobre el estanque del parque/los chingorros brillantes que dejamos/sobre la misma pared donde claváramos, ilusionados,/los sueños.//De qué nos sirve este montón de esperanza entre las manos/a qué jugar con gotas de rocío que nos empapen el cuerpo/con tardes que nos enciendan el pelo/a qué, si hemos perdido la tierra/y la batalla."
En estos últimos días me estoy sintiendo más lúcido de lo normal. Quizá es por eso que me da miedo ponerme a escribir, por si lo que pudiera decir va más allá de lo que estrictamente estoy dispuesto a reconocer...

A pesar de que te decía que te quise desde el primer momento en que te vi, te he mentido. Me doy cuenta de que te amo con carácter retroactivo, como si nacer para encontrarte hubiera sido mi fin último.

Y es que, a pesar de todo, esto no se me pasa. Lo único que siento distinto es cierta impotencia, porque ya no es tan fácil como coger el coche y recorrer los ocho kilómetros que nos separaban, ahora son ocho mil... pero quien dijo que la distancia hace el olvido, o nunca estuvo enamorado, o tiene muy mala memoria.

Así que ya no lucho contra las circunstancias, porque las cosas vienen como vienen y no estoy dispuesto a estar dando palos de ciego, sino a afrontarlas y asumirlas, sin dejar de hacer lo que esté en mi mano, pero sin llegar a partirme la muñeca. Sabes que soy de suave mano izquierda y firme mano derecha, pero la una y la otra encajaban en las tuyas... por eso prefiero seguir conservándolas íntegras, por si tengo que volver a caminar tomado de ellas.

Ahora la suerte es un elemento inócuo, la cosa esta entre tú y tú; que no es poco, porque tú eres tú y tus circunstancias, sumados a tus complicaciones, tus cabezonerías, tus desaires, tus arrepentimientos y tus deseos de trascendencia. Y esto es algo con lo que ni siquiera yo puedo luchar, no por falta de valor, sino por sobra de cordura, porque ya conozco perfectamente mis límites, a pesar de que algún tiempo estuve perdido, vagando en mi propio, personal y oscuro desierto con mis ínfulas de superhombre de tres al cuarto.

Y aunque dentro de mí noto la esencia, comprendo que soy un hombre nuevo, que he cambiado. Soy el que era mucho más perfecto, porque tú me has ayudado a conocer ciertos límites de mí de los que yo ni siquiera era consciente, límites que he reconocido, que me he autoimpuesto, que te he respetado o que he rebasado asumiendo las consecuencias... y todo esto por ti, contigo, con tu ayuda, tu causa, tu complicidad o tu inspiración, las que dabas de amigo, amante, novio y poeta.

Creo que tú también eres nuevo, te reconozco más tú, siendo otro sin dejar de ser tú mismo. Sin meterme en más jardines semánticos, te veo recio y auténtico en la distancia. Creo que estás aprendiendo a hacer lo que quieres dentro de los límites razonables, a pensar más en tu yo interior que en tu yo mundano. Y, si mi perfección estriba en reconocerme y asumirme imperfecto, tu asignatura pendiente es aprender a arrepentirte y rectificar. En realidad, no sé si llegarás a conseguirlo, pero por lo que dejas entrever, de momento, vas por muy buen camino.

Quizá no fue nuestro momento y todo falló porque tenía que fallar. Quizá tampoco estábamos en posición de retomar nada porque era volver a pisar sobre terreno pantanoso. Y quizá lo sea ahora porque ambos necesitábamos una catarsis más que necesaria para poder llegar a ser lo que somos para nosotros mismos y para el otro, a pesar de que las circunstancias hagan que todo sea difícil. Pero eso se sabrá a su debido tiempo, he esperado y no voy a desistir, menos ahora que nunca, que siento, o más bien presiento, que está cercano el desenlace.

3 comentarios:

BETTINA dijo...

"nacer para encontrarte hubiera sido mi fin último." Me ha dado mucha pena esa aseveración. Primero porque lo ideal sería nacer para encontrarnos con nosotros mismos como último fin. Segundo porque al pensar así le cargamos al otro de una responsabilidad tremenda. Es como decirle, si no estás no se ser feliz, no se disfrutar del resto de las cosas, no disfruto conmigo mismo. Y por último, porque a la larga nos infravaloramos al pensar que sin el otro no somos nada.
De todos modos, me gusta que hayáis aprendido uno algo del otro. Cada persona que se nos cruza en la vida tiene como fin consciente o inconsciente, enseñarlos algo sobre el camino hacia nosotros mismos.

MARIA dijo...

de verdad me siento muchas veces identificada contigo.. y gracias porq en mi ultimo post, nadie me ha entendido como tu

RAIKO dijo...

Querida Bettina, no sé si es duro e injusto, pero es así, yo vivo sin él, sobrevivo, he conseguido vivir bien, no lo niego... pero vivía mejor con él eso es inevitable, me aportaba muchas cosas que no me aporta nadie de los que tengo a mi alrededor y que no puedo buscar de momento en nadie más. Besotes.

Querida, me alegro de que te sientas reconocida en mi experiencia vital. Besotes.