domingo, julio 20, 2008

EL BESO O DE CÓMO ES DE BIEN NACIDOS SER AGRADECIDOS

"Fue una aventura absurda, bella y triste,/que aún estremece a los aficionados:[...]"
La última vez que le vio, sus ojos cambiaron de color. El ocre mudó a miel por causa de las lágrimas que inundaron sus pupilas, cansadas ya de tanto mirar sin ver.
Era la última vez que estaban juntos, ambos lo sabían aun habiéndose prometido mutuamente volverse a ver, pero eso no era motivo suficiente para no seguir guardando las formas. Por eso, en lugar de regalarse por vez postrera sus alientos, como soplos de vida que animan el alma, se limitaron a un estricto apretón de manos.
Eso sí, este duró dos o tres segundos más de lo normal, aunque no lo suficiente para levantar sospechas, si no fuera porque sus miradas se clavaron de forma tan honda que, para expresarlo con propiedad, hay que escribir que se comulgaron.
El mayor de ellos, en un arranque, tímida mezcla de pasión y valentía, agarró uno de los cruzados brazos que sobre el pecho tenía el más pequeño. Fue un apretón firme, pero suave, como sólo puede serlo el fruto del sentimiento pasional, acompañado de un “siempre te querré” visual, que fue a parar directo allá donde demonios la semántica transforme el sentimiento en sensación.
Los ojos del receptor se limitaron a responder condescendencia con eterna añoranza y, sin hacer nada por evitar el apretón, una amarga sonrisa gritó, sólo para el otro y en silencio, que la vida es injusta.

Todo terminó con cinco minutos de retraso sobre el horario previsto.

Lo amargo de esta historia no es que cada uno de los dos perdiera en ese instante al amor de su vida, que no es esto sino amarga circunstancia que acaece de continuo. Lo verdaderamente terrible es que ambos amantes tuvieron que renunciar al beso de despedida, un último beso que jamás se darían.
Para Manly y un Anónimo que no sé si conozco o no (ya se sabe que esto de ser anónimo, es lo que tiene) por acudir prestos a mi llamada de socorro, les dedico y regalo este cuento desempolvado de mi viejo baúl. Por un día os dejo de pesares y realidades y os invito a disfrutar de arte y palabra. Mañana será otro día.

4 comentarios:

BETTINA dijo...

La semántica jamás podrá transformar los sentimientos en nada más que no sean los sentimientos mismos.
¡Qué pena ese beso que queda inconcluso!
Hermoso, sencillamente bello y triste.
(Te dejo dos días y vaya producción, niño! Te dejaré más a menudo...)
Besotes

RAIKO dijo...

Jajaja, no querida Bettina, no es cuestión de que me dejes, es cuestión de que estoy más desocupado de temas socioamorosos y que a mí me inspira eso de estar raro, mis musas son así de caprichosas. Este cuento tiene ya unos cuantos años, pero está basado en una vivencia personal y te aseguro que fue de lo más triste que te puede pasar en la vida. Besotes.

MARIA dijo...

yo creo q el beso tendria q haberse dado, maestro, y nunca mejor dicha estav palabra

RAIKO dijo...

Sí, pero lo cierto es que eso beso nunca llego a darse... a pesar de que tiempo después ya no quise besarle, a pesar de que ya quiero besar a otros, a pesar de que ahora quiero besar a otro concreto... siempre echaré de menos ese beso que no di hace unos cuatro años. Besotes.